Nuestro día solo tiene veinticuatro horas. La mayoría de las personas se quejan de que el tiempo no es suficiente, que no nos alcanza a poder hacer todo lo que queremos y necesitamos hacer. Quisiéramos añadir más horas a cada día. Y, ¿cómo tratamos de hacerlo? Durmiendo menos horas, sustituyendo el tiempo libre y de descanso, el tiempo de familia con tareas y trabajos, que solo logran afanarnos más y cuidarnos menos. Pero exitosamente hemos podido crear algo que se llama estrés que no existía años atrás. Ahora hasta los niños padecen de eso y muchas condiciones autoinmunes siguen apareciendo como consecuencia de ésto. Pero...¿nos hemos detenido a pensar si estamos haciendo lo correcto? ¿Hacia dónde se dirigen nuestras vidas? ¿Estamos invirtiendo nuestro tiempo en lo que permanece? Entiendo que no. Nos hemos dejado llevar por la corriente de este mundo y ya hemos olvidado cómo nadar en contra. Es más fácil dejarnos llevar. Dios tiene un plan para nuestras vidas. Un plan que incluye una vida abundante y llena de gozo. Y aún siendo cristianos nos podemos ver envueltos en estas ataduras del tiempo que no tenemos. El tiempo es suficiente y es el mismo para todos. Nuestros afanes llegan por una mala mayordomía de éste. Estamos trabajando y construyendo para un hoyo sin final. Trabajamos y trabajamos y no logramos nada. No podemos saciarnos y no vemos un final. No estamos trabajando para el reino de Dios, para lo que es eterno. Hay tantas vidas con enfermedades de salud mental, incluyendo las depresiones, suicidios y tantas familias rotas, personas necesitando una palabra de esperanza, necesitando escuchar qué hay un salvador y una vida eterna...pero nuestro tiempo se nos escapa en el trabajo y el afán. El trabajo para el Señor no nos trae pesar, nos trae gozo y una paz y un descanso que sólo Él nos puede dar. Pero tenemos tan arraigadas las vanas propagandas de que necesitamos tantas cosas materiales por las que vivir para ser feliz, que seguimos dando vueltas en el mismo lugar día tras día, mientras la evangelización, el servicio, el demostrar el amor de Dios a otros, pasa a un segundo plano, si me sobra el tiempo. Y luego nos atrevemos a cuestionar a Dios en todas las cosas que nos suceden cuando no hemos sembrado en el lugar correcto, y somos esclavos de nuestras malas decisiones. Aún así Dios derrama su gracia incondicionalmente. Solo debemos alzar la mirada a las cosas que realmente importan. Oremos al Señor presentando nuestras vidas y en actitud de rendición pidamos su dirección para el propósito que debemos cumplir. Que podamos anhelar las cosas espirituales más que las terrenales.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |