Estamos en la era del conocimiento, donde todo lo que quieras saber se encuentra al alcance de tus dedos (o recientemente, al comando de tu voz). Vivimos en el tiempo donde el conocimiento está demasiado accesible, pero a muchos no les interesa sacarle provecho. Es la época más fácil para estudiar lo que quieras: tu imaginación es el límite. Pero aún así consumimos nuestro tiempo en llenarnos de cosas sin sentido, que arruinan nuestras vidas muy lentamente como para que nos demos cuenta. Para los que se creen sabios o superdotados, con un IQ envidiable, todo este conocimiento a su alcance sólo los hace admirarse más a ellos mismos y ser más prepotentes, llegando a la cúspide cuando su creencia de inteligencia es tan sobrenatural que Dios no les encaja en el panorama. Mientras más el ser humano cree conocer, más fácil parece que es el alejarse de Dios. Como si el poder de la mente humana fuese autosuficiente y no necesite de nada más. El problema aquí es que no sólo tenemos mente. También tenemos alma. Nuestra alma siempre percibe que necesita algo más. Y es que le falta la relación con Dios para lo cual fuimos creados. Podremos pasar toda una vida rechazando la idea de que Dios existe, que es real y que no se quedó en una teoría del siglo veinte, sino que sigue obrando y cambiando vidas hoy, en el 2017. Por más que creamos conocer, siempre queda un hueco en todas las teorías que se llenan con especulación para no admitir una intervención divina. Pero Dios toca nuestros corazones por su gracia y su inmerecida misericordia y nos abre los ojos a una vida nueva. Dios rompe todos los esquemas con su amor incondicional. Las maneras en que Dios trabaja no las podemos entender con nuestra mente terrenal. Aún así podemos obtener en Él conocimiento, sabiduría, pero una sabiduría sana como dice en su Palabra. El verdadero conocimiento nos lleva al temor a Dios. La sabiduría de Dios nos lleva a rendir nuestras vidas a quien pagó un precio de sangre por ellas. Anhelemos la sabiduría que proviene de lo alto, y que está disponible para los que la pidan. Oremos pidiendo a nuestro Señor que nos provea de una sed insaciable por conocer más de Él, por crecer en el conocimiento de su sana sabiduría. Que nuestros talentos y dones puedan ser usados no para exaltarnos a nosotros mismos, sino para exaltar Su nombre.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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