La semana pasada llegaba en la mañana a trabajar y cruzando la calle, ya que me estacioné en la acera del frente, ví brillando en la calle varias pesetas, o monedas de veinticinco centavos. Me agaché y las tomé y seguí mi camino. ¡Qué bueno! -pensé- ¡Hacía tiempo que no me encontraba dinero, comencé el día muy bien! Hoy en la mañana llegando al trabajo, volví a estacionarme en la acera del frente y cruzando la calle ví brillando un chavito prieto, como le decimos a la moneda de un centavo en la isla. Así mismo seguí mi camino sin agacharme a tomarla. Ésta respuesta diferente ante la misma situación de la semana pasada daba vueltas en mi mente. Ambos días encontré monedas en el suelo, pero la segunda vez no le di valor a la moneda de un centavo. A diario recibimos muchas bendiciones, algunas de ellas pasan desapercibidas por nosotros, y otras llaman nuestra atención. Muchas veces nos sentimos frustrados esperando por cosas a las que les damos mucho valor, y son las cosas pequeñas las que nos harían disfrutar con alegría cada momento que estamos viviendo. Por ejemplo, la sonrisa de nuestros hijos, el que podemos caminar, podemos ver todo el paisaje, tenemos accesible en una nevera o en la alacena alimentos para consumir cuando tenemos hambre, el hecho de tener personas a nuestro lado y hasta el tener un trabajo. Pero muchas veces nos enfocamos en que no tenemos lo que otro posee, en que es un día lluvioso en vez de uno soleado, y no disfrutamos lo que Dios nos ha regalado para el día de hoy, que sólo dura veinticuatro horas y desvanece. Tenemos aún la bendición mayor, que es la salvación y la vida eterna por medio del sacrificio de Jesucristo en la cruz. En su misericordia nos ha preparado muchas bendiciones para vivirlas a cada momento. Las vemos muchas veces como pequeñas, pero son del tamaño suficiente para vivir agradecidos y sentirnos felices. La felicidad no se encuentra en buscar las cosas grandes. La felicidad la experimentamos cuando préstamos atención a las muchas cosas pequeñas y las disfrutamos. No menospreciemos lo que tenemos. Somos millonarios en muchos aspectos, y todos ellos más importantes que el dinero. Tomemos las riquezas que permanecerán por la eternidad. Oremos para dar gracias a Dios por que en su misericordia nos bendice de miles de maneras a diario. Que podamos disfrutar y ver cada una de ellas y tengamos contentamiento y felicidad, de manera que contagiemos a otros con lo que Dios está obrando en nuestras vidas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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