En estos días me dí cuenta de cómo cuando alguien nos hace algo que no nos gusta, por sencillo que sea, la primera reacción es automáticanente a desearle algún mal. Por ejemplo, vamos en la carretera y otro carro nos pasa irresponsablemente a toda velocidad, ya en la mente le deseamos que lo detenga un policía y le dé varias multas. Ese es un ejemplo muy sencillo de tantas situaciones donde podemos desear el mal para alguien, desde personas que no conocemos hasta ex esposos que nos hayan sido infieles, y les deseemos que les vaya mal en la vida. Hemos sido llamados a bendecir y no a maldecir. La benignidad es parte del fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas. Se podría definir como tendencia a hacer el bien, tratar a otros con dulzura, buena actitud, y pensar en el bien. Podemos ver en muchos pasajes de la Biblia que la benignidad es uno de los atributos de Dios. Nosotros, por otro lado, no somos buenos por naturaleza. La Palabra dice que no hay nadie bueno, y que todo lo bueno en nosotros es producido por Dios. Ésto nos confirma que puede existir en nosotros solo como producto del Espíritu Santo, lo que nos mantendrá en una constante lucha espiritual. Como dice el texto clave del escrito, Dios muestra au benignidad con todos, no solamente con sus hijos. Muchas veces podemos perdernos de experimentar el gozo de nuestra salvación porque vivimos pendientes a que les vaya mal a las personas que nos hacen daño. Es necesario pasar por un proceso de sanación, donde podamos seguir viviendo nuestras vidas independientemente de como vivan sus vidas los demás, excepto que sea para brindarles ayuda. Va a ser frustrante, porque Dios aunque es justo, es bueno con todos. A todos les dio talentos para ganarse la vida, y hace salir el sol y la lluvia sobre todos, no solamente sobre los que creen en Él. Nuestra vida debe girar sobre cómo Dios obra en nuestras vidas, y no sobre como Dios obra en otros. Por nuestra parte, nos toca pensar y hacer el bien, desear el bien. Los demás esperan nuestra reacción natural a abrazar el mal cuando nos han hecho algo indebido, pero si mostramos gracia y bondad hacia los demás, aunque no lo merezcan, porque fue así que Dios trabajó con nosotros, otros podrán reconocer que provienen de Dios nuestras acciones, podremos dar testimonio de un Cristo vivo que nos transforma. Es tiempo de ir contra la corriente y seguir lo bueno. ¿A quién le deseo o he deseado mal? Oremos al Señor reconociendo que le necesitamos para poder mostrar con nuestras vidas el fruto del Espíritu. Que podamos ir en contra de la maldad que existe en nuestro cuerpo terrenal y podamos dar testimonio de lo que Dios hace con corazones agradecidos y dispuestos a honrarle.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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