Me gusta mucho ver programas de cocina en la televisión. Hay uno que me gusta por el ambiente en que se desarrolla y es que la chef, en este caso cocina desde su casa en el campo donde viven. Mientras enseña recetas de cocina, muestran como es la vida rutinaria de tener una granja, y la vida familiar de ella, con su esposo y sus hijos. Algo peculiar es que siempre sale un perro que la acompaña en el piso de la cocina. Ya hasta los fanáticos del programa le hacen preguntas de cómo cuida de su perro, por lo familiarizados que están con él. Pues resulta que leo ayer la noticia de que su perro de tantos años había fallecido. Si algo a los seres humanos se nos hace difícil es enfrentar el duelo. Puede ser de un familiar, de alguien que amamos, de un amigo, o hasta de una mascota. Así le sucedió a Rizpa. Rizpa tuvo que enfrentar el duelo de perder a su hijo, y verlo colgado. Ella en su amor de madre no descansó hasta que pudiera darle sepultura. David al ver el comportamiento de ella, dispuso de los cuerpos. Rizpa enfrentó un dolor inmenso. No todos enfrentamos los duelos de la misma manera. Pero a todos nos duele. Es tan aceptado en nuestra sociedad y que hasta hay leyes que te protegen de ir a trabajar cuando un familiar muy cercano fallece para que atiendas el funeral. Es en los funerales donde encontramos las personas que no vemos con mucho tiempo y donde a veces se cruzan viejos amigos. No fue así el caso de Jesucristo. Dios envió a su Hijo único a morir por personas que ni siquiera se preocuparían por su muerte y mucho menos sufrir un duelo. Le siguieron multitudes, pero al final quedó solo. Fue en los ricos su sepultura como fue profetizado pero no se dolieron con Él a quienes tanto amó. Aunque su muerte duró tres días, porque venció la muerte con su resurrección, significó restablecer una relación que había sido rota por el pecado. Él murió por mí cuando aún yo no le buscaba. Él puso su vida voluntariamente para salvarme de un castigo que si merezco. No estuvimos físicamente en su muerte, pero si estuvimos representados allí. Si sólo crees que el es tu único salvador, que dio su vida en la cruz por ti y que eres pecador, y tú única forma de limpiar el pecado es siendo lavados con su sangre, su muerte y resurrección transformarán tu vida. Ya Él murió y reina en Gloria. Ahora nos toca morir a nuestro yo, a nuestra voluntad para que podamos vivir para Él. Él nos regaló la vida eterna, sólo por su Gracia y Misericordia. ¿Vivirás para Él? Oremos al Señor agradecidos por su sacrificio en la cruz. Que siempre podamos recordar que cada día debemos vivir para Él y morir al yo. Que podamos llevar el mensaje de la cruz a los que no se han confrontado con el.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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