En estos días mi hermana me regaló un paquete de papas para que lo probara. Ella sabe que me encanta la cocina y entre todos los alimentos, amo las papas, preparadas de cualquier forma. Este empaque traía un surtido de papas de diferentes tipos: unas amarillas, unas rosadas y unas de color violeta. Tan pronto las ví, pensé que sería bueno prepararlas al horno, con unos toquecitos de especias, y aceite de oliva. El resultado: unas papas exquisitas, por la variedad al paladar. Unas son más dulces, otras más firmes, y otras más clásicas. Dios nos hizo a todos a su imagen y semejanza, pero de forma única. Nuestro creador nos sorprende con la variedad infinita de especies que encontramos en la naturaleza, pero también en cómo cada ser humano, incluso los gemelos idénticos, pu den ser tan diferentes entre sí. No solo hablo del físico, también en nuestras personalidades, temperamentos, virtudes y dones. Toda esta complejidad en variedad nos hace muy difíciles de imitar o de copiar. El problema es que a veces, al vernos diferentes, podemos aislarnos o podemos rechazar a los demás. Pero, ¡es todo lo contrario! Dios en su sabiduría sabía que estamos limitados a este cuerpo terrenal. No somos todopoderosos como lo es Él. No podemos estar en todos los lugares al mismo tiempo como lo puede estar Él. No lo conocemos todo como lo sabe Él. Pero, aparte de su Espíritu Santo y su Palabra para guiarnos, nos dio hermanos, familia que aporta sus cualidades únicas, su conocimiento, sus dones, sus talentos y habilidades, para poder realizar las tareas a las que hemos sido llamados. Para llevar el evangelio, hay unos misioneros, tomando en cuenta que también nosotros debemos hablarles a los que tenemos cerca. Pero necesitamos maestros que nos guíen a estudiar la Palabra. Necesitamos pastores que cuiden de la iglesia del Señor. Necesitamos guerreros de batalla espiritual. Y también necesitamos los que limpian la iglesia para cada culto, los que cuidan y enseñan a los niños, los que entonan alabanzas, los músicos, los que cuidan a los enfermos y los que lloran con los afligidos mientras les dan esperanza. Todos somos uno en el Señor, y cuando logramos entender que esa diversidad es una bendición, ayudamos a que la iglesia crezca y el propósito de Dios se cumpla en nuestras vidas. Apreciemos el poder del Señor. Oremos al Señor presentando nuestras vidas ante Él dispuestos para servir a otros. Que podamos donde veáis diferencias, ver el poder de Dios y no obstáculos y tropiezos. Que aprendamos a apreciar lo que cada uno tiene que aportar para el reino de Dios. Y vio Dios que era bueno en gran manera.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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