Mi esposo me había hablado de una película animada que a él le había gustado mucho y que se basaba en una historia real. En estos días estábamos en la casa y la vimos. Trata sobre la historia de un perro, que era al parecer, de descendencia de lobos, y era rechazado por todos. Un día surgió una epidemia entre los niños del pueblo al contraer difteria, y los medicamentos se habían terminado. Era tiempo de invierno y el clima para ese tiempo no permitía el paso de vehículos hacia el área por las tormentas de nieve. En fin... fue Balto quien salvó a los niños del pueblo trayendo con los otros perros en trineo los medicamentos tan esperados. Pero hubo una parte de la película que me llamó la atención. Y fue cuando, ya el operador del telégrafo perdió las esperanzas de que el cargamento llegara, pues no habían escuchado nada de la expedición. En ese momento, dejó su mesa de trabajo, y apagó las luces. Los vecinos del pueblo, al ver este acto, aceptaron a su vez, que su esperanza estaba perdida, y cada casa apagó sus luces, dejando todo el pueblo en oscuridad. Todo esto fue momentáneo ya que como por un milagro, el cargamento de medicinas llegó a tiempo y los niños se salvaron. Al escuchar que se acercaba la expedición al pueblo, todos comenzaron a encender sus luces, como un acto de que su esperanza seguía viva. Todo esto me llevó instantáneamente a recordar las palabras de Jesús cuando dijo que Él era la luz del mundo. Ciertamente con la entrada del pecado, nuestras esperanzas se perdieron, y quedamos en oscuridad. Más ciertamente el amor de Dios y su misericordia proveyeron una salvación, una nueva esperanza, que es en Cristo Jesús. Él es nuestra esperanza, una esperanza viva que nadie puede apagar. En ocasiones, cuando atravesamos diferentes pruebas, nos sentimos como que andamos en la oscuridad y no podemos ver el camino delante de nosotros, pero es ahí cuando debemos recordar que Dios está adelante iluminándonos el camino, mostrándonos la luz verdadera. A veces, nos confundimos siguiendo otras luces que se apagan muy pronto: relaciones fallidas, fama, lujos, dinero, poder... todas estas cosas parecen iluminarnos con un gran destello, pero son como las estrellas fugaces, según vimos su luz, la vemos desaparecer. Sigamos la verdadera luz, que nos alumbra de igual manera a nosotros para que otros puedan ver qu también somos luz. Oremos al Señor dando gracias porque es nuestra luz y esperanza, que nunca se desvanece. Que podamos ser luz en medio de la oscuridad para que otros anhelen el tesoro que ya hemos encontrado y que perdura por la eternidad.
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LUCY PEREZ
2/20/2017 11:40:42 am
Beautiful DETAIL
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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