A veces criticamos en otros lo que nos parece lógico, que ellos no ven. Por ejemplo, hoy saliendo del trabajo estaba lloviendo y al pasar por la próxima calle había una joven, que es deambulante conocida por el lugar, caminando por el medio de la calle, con un gran paraguas recostado de su hombro, dándome completamente la espalda, y sin hacer un intento por moverse del medio mientras mi carro se acercaba a ella. Tuve que echarme hacia un lado para poder pasar, y lo primero que pensé fue: "¿porqué no se mueve de caminar en la calle sabiendo que es peligroso?". Supe de un hombre que enfermo con varios padecimientos, poseía un seguro o plan médico, pero no quería ir al médico... Muchos otros ejemplos vienen a mi mente, y quizás también a la tuya, donde la solución tan obvia para un problema, no se le ocurre al que lo está viviendo. Así somos muchas veces los cristianos. Por eso este relato de Pablo y Silas en la cárcel me ministró mucho. Pablo se encontraba sirviendo al Señor cuando tuvo que ir preso junto a Silas. Allí, atados y presos, no dejaron de utilizar lo que tenían disponible, que era su voz. En el momento de la aflicción, donde todo parecía tan injusto al verlo con nuestros ojos terrenales, ellos elevaron alabanzas al Señor. ¡Se pusieron a cantarle! Cualquier otro los hubiera criticado porque por obedecer a Dios es que se encontraban padeciendo. Los trataron con injusticia al encerrarlos y tratarlos como criminales. Pero ellos tenían una revelación muy grande de quien es el Dios al que servían. Mientras cantaban, un terremoto los liberó de las cadenas y el encierro. Dioa utilizó este evento para dar salvación al carcelero y a su familia. Yo acabo de pasar por una situación que creí injusta, y aunque estuve tranquila, mi corazón estuvo clamando al Señor para que obrara a mi favor. ¿Sabes que así fue? Dios obró en todo el asunto sin yo tener que hablar. Pero al final, me sentí avergonzada ante Dios porque primeramente soy inmerecedora de tantos favores, cuando Él mismo padeció muchísimo mas que eso por mí. En segundo lugar, fallé mi lección de elevarle alabanzas y adoración por quien es Él y aunque estuve mucho más tranquila que otras veces, en mí había incertidumbre sobre lo que pasaría. Debo recordar que mi alabar en medio de las pruebas puede llevar a otros a Cristo. Creo que Dios habita en la alabanza y cuando le estoy alabando y exaltando no queda espacio suficiente parq la queja y la ansiedad. Es momento de cantar. Oremos al Señor exaltando su nombre porque Él es Dios y digno de alabanza y adoración. Todo lo demás pasa a un segundo plano, incluyendo mis problemas y mis situaciones. Él en su amor nos cubrirá, nos guardará y se glorificará por Su Gracia.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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