¡A mí nada más se me ocurre! Esta mañana fui con mi hijo a hacer unas diligencias y terminamos en el taller del carro para a través de la garantía hacerle un chequeo porque tenía un sonido extraño. Digamos que en distancia, queda como a 1 milla de nuestra casa, lo que no está mal, pensé. Pregunté si había forma de que nos llevaran de regreso a casa mientras se quedaban con el carro para trabajarlo todo el día. Me dijeron que las guaguas que salían a esos menesteres ya estaban en la calle y les dije que no habían problema, que nos íbamos caminando ya que no estábamos muy lejos. Le dije a mi hijo de quince años que fuéramos a desayunar al lado para luego comenzar la caminata bajo el sol. El día estaba perfecto como para ir a la playa o al río, con el sol en todo su esplendor. Así que fuimos a un restaurante de comida rápida y el café que pedí tardó mucho, tanto así que ya había terminado de comer y entonces llegó el café. Probé un sorbo pero como estaba muy caliente se me ocurrió la fantástica idea de llevármelo e ir tomándomelo por el camino. Y así comenzamos nuestra corta pero intensa travesía. Ya a mitad de camino, pude notar que la idea de ir tomando mi café caliente bajo el calor de sol y caminando fue una pésima idea, ya que el calor se sentía más intenso y la casa parecía alejarse. La caminata no era tan mala, fue mi error de cruzarla con un mal acompañante: un café caliente. Aunque me encanta el café, tuve que reconocer que tiene su momento. Y así mismo vamos por la vida, tratando de atravesar los momentos difíciles o nuestros desiertos bajo el sol con nuestros cafés calientes, como lo pueden ser: nuestros esfuerzos, nuestras fuerzas, nuestras habilidades, nuestras conexiones personales, nuestra mente, consejos de amistades Y otros. Pero lo cierto es que lo que necesitamos es agua. Agua para no deshidratarnos, para reponernos, para refrescarnos y hacer el camino más fácil. Nuestra agua de vida es el Espíritu Santo que Dios nos lo ha dado para guiarnos, consolarnos y llevarnos a toda verdad. ¿Cómo teniendo a Dios en nuestras vidas vamos a seguir resolviendo todo como lo hacíamos antes? ¿O es que no conocemos o entendemos realmente e gran tesoro que hemos recibido? ¿Estaremos conscientes de que ya no andamos según nuestra voluntad, sino como siervos de Dios? Dios nos dio dones y habilidades para ganarnos nuestro sustento y servirle a Él y a los demás, pero nuestras armas para la batalla son espirituales. En nuestras batallas, situaciones e incertidumbres de la vida sólo podremos salir victoriosos asidos de Su mano y siguiéndole en obediencia. Nuestras fuerzas no serán suficientes, y muchas veces esperamos a ver que no podemos nosotros mismos para entonces acudir a Él, cuando lo que espera de nosotros es que Él sea la primera opción. No sigamos caminando bajo el calor con nuestro café. Oremos al Señor para que sea Él nuestro mayor tesoro. Que ponga en nosotros una sed insaciable de Él, de su Palabra, de su presencia. Que podamos ir a Él en todo momento, aún en lo cotidiano para buscar su Voluntad y poder usar las armas espirituales en nuestra vida.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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