Hace varios días comencé a recordar un suceso de mi niñez. Nos gustaba junto a mis primas hacer shows, como pequeñas obras de teatro. Recuerdo en una ocasión que imitamos a mis papás frente a la familia, con vestuario y todo... fue toda una locura y muchas risas. Pero recordé otro momento para un día de las madres donde sentamos a nuestras mamás al frente de toda nuestra familia y les hicimos una entrevista, tipo programa de Ojeda o Carmen Jovet, así de estilo como Cristina. Pero hubo una parte que hasta hoy me dí cuenta que marcó mi vida. Recuerdo una de las últimas preguntas que se hicieron, donde cada mamá (mis tias y mi mamá) debían decir en que eran buenas sus hijas. Cada una fue diciendo cosas en que las ayudaban o cualidades que tenía cada una. Entonces le llegó el turno a mi mamá, y no se si se puso nerviosa o se quedó en blanco, pero se quedó pensando y dijo que no sabía. Y le siguieron insistiendo y decía que no sabía que contestar. Finalmente, dijo, ¡creo que en nada! Y todos se echaron a reir como la cosa mas graciosa y yo sentí vergüenza y tristeza, que decidí disimular deteniendo mis lágrimas para que no se expusieran. No dudo que mi madre me amaba, al contrario, me demostró siempre que era así. Pero si sé que ella nunca recibió palabras de afirmación, y quizás tampoco las supo obsequiar. Lo que sí quedó en mí fue una necesidad de afirmación y aceptación. Puedo confirmar que ha sido así cuando me paso preguntando a mi esposo si la comida quedó buena, si me arreglé bien, si hice algo bonito; y él siempre me elogia y me afirma, y me recuerda que soy una mujer completa en Cristo y no con él. Dios me ha revelado esto porque según le pedimos que nos use, que queremos ser instrumentos de su poder, Él debe irnos moldeando para que nuestro yo mengue y crezca Él. Debemos ser vasijas vacías para poder ser llenadas por Él. Nuestras necesidades deben pasar a un segundo plano y debemos ser obedientes a su voluntad para nuestras vidas. Si vamos a trabajar para Él debemos hacer las cosas por agradarle y ser obedientes y no por que nos afirmen. Toda la gloria de lo que hacemos es suya. El pone en nosotros nosotros el querer como el hacer, y es su poder el que nos respalda. No hay espacio para afirmaciones de nuestras emociones. Sí recibiremos la bendición de acercarnos mas a Él y experimentar su presencia en nuestras vidas y en todo lo que hagamos. Cada vez que le pedimos al Señor que nos use, cada vez que nos presentamos dispuestos para servirle, Él deberá prepararnos para las tareas que tendremos mas adelante. Lo bueno de Él, que me lleva a agradecerle cada día es que el trata con una cosa a la vez. Va sanando una herida a la vez. Y según nos va sanando y fortaleciendo en unas áreas, entonces nos da el privilegio de poder servirle, pero estando preparados y sensibles a dejarnos guiar por su Espíritu Santo. Oremos para dar gracias a nuestro Dios porque el trabaja en nuestras vidas para luego usarnos con su poder. Mostrémonos ante Él rendidos, dispuestos a servirle y a que nos use como Él quiera, aún sabiendo que ésto conllevará el que nos siga moldeando aunque duela, para poder llenarmos de Él. Mi afirmación y mi valor fueron plasmados con precio de sangre en la cruz, y lo bueno que tengo lo pone mi Señor.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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