Durante el fin de Semana, le habíamos asignado unas responsabilidades. En el día de ayer nos sorprendió al haber realizado las tareas, sin habérselas recordado. Pero no sólo eso, realizó otras tareas por su propia iniciativa. Decidimos reconocerle verbalmente el bien que había hecho, para que le sirva de motivación para continuar ese camino. Así que fuimos a hablar con él. Asentí a lo que mi esposo le decía. Le dijo que nos alegraba mucho lo que había hecho, y que se podía ver que estaba madurando. Al ir a su cuarto a decirle las buenas noches, él me preguntó que porqué mi esposo le había dijo que estaba madurando. Él a sus 13 años no podía relacionar el hacer tareas con madurar. Le expliqué que según uno va creciendo y madurando, vamos entendiendo que existen las responsabilidades y el deber de cumplir con ellas. Así nos sucede en nuestra vida espiritual. Comenzamos con el nuevo nacimiento, gozosos de la nueva vida que hemos recibido. Pero vamos creciendo y madurando a medida que cultivamos una relación con Dios en oración y meditamos y escudriñamos su Palabra. Ya vamos entendiendo que Dios no sólo nos salvó para tener paz en Él, sino que debemos trabajar para el reino. Nos llamó a ser testigos, a sembrar la semilla de la fe, y Él se encarga del crecimiento. Nuestro trabajo o nuestras nuevas responsabilidades no añadirán nada a nuestra salvación, pero van a ser una evidencia de la obediencia y el amor al prójimo que vamos desarrollando. Mientras más vamos entendiendo la gracia y misericordia divina, más nos nace servirle a nuestro Señor. Dios nos va a ir asignando tareas, y esperará de nosotros pequeños pasos de Fe. Estos pequeños pasos de Fe nos irán ejercitando para las mayores crisis de fe donde debemos tomar decisiones y pasos más grandes en favor del reino eterno, dejando a un lado nuestras prioridades por las de Dios. Nuestra humildad debe ir creciendo mientras nuestro yo va menguando. Creceremos mientras atravesamos los desiertos, y a la medida que anhelemos más de Él. Todos debemos madurar. Oremos al Señor rindiendo nuestra voluntad y prioridades a sus pies para que sea Él quien nos dirija a un caminar en obediencia a madurar espiritualmente. Que podamos gozarnos y anhelar lo que nos espera más adelante en el camino, confiados en que vamos asidos de su mano.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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