No hay peor rico que el que desconoce sus riquezas y vive como pobre. Mientras que en otros lugares de mundo hay personas orando para que Dios les aumente la fe porque están en peligro de perder su vida por creer y proclamar el evangelio, nosotros pedimos a Dios que nos aleje de nuestro lado a una persona difícil para no perder nuestra paz. Mientras otros oran para tener en sus manos una Biblia, porque son prohibidas donde residen, nosotros tenemos varias en nuestras casas, de varias versiones, y no pasamos suficiente tiempo leyéndolas. Mientras otros oran para poder tener un rinconcito donde puedan reunirse con otros cristianos a hablar sobre las escrituras y aprender de ellas, nosotros tenemos iglesias con aire acondicionado y cómodas sillas, pero preferimos ver los cultos por internet. Mientras otros oran por tener la libertad de entonar alabanzas al cielo sin temor a perder la vida, nosotros decimos que el tiempo devocional del domingo no estuvo tan bueno porque no cantaron las canciones que nos gustan o porque no nos gusta el estilo del que dirigió. Mientras otros dan todo lo que poseen para ayudar a los necesitados, nosotros no compartimos ni un tiempo para un café con un hermano porque el tiempo lo tenemos comprometido con cosas que nos satisfacen personalmente. Mientras hay personas que caminan largas millas para llegar a congregarse, si cae un aguacero no sacamos nuestro carro para llegar a la casa de Dios. Mientras otros mueren a diario por compartir el evangelio y ser testigos de Dios en este mundo, nosotros ni le hablamos al vecino o al compañero de trabajo porque no queremos que nos miren raro o ya no seamos tan populares. Mientras el evangelio que hemos recibido pudiera ser compartido y salvar a otros que se pierden sin la salvación de sus almas, nosotros vemos Netflix. Y es que se nos olvida la salvación tan grande que hemos recibido, que es demasiado alto para poder comprenderlo, el porqué Dios en su gracia y misericordia nos redimió de una muerte eterna muy merecida. Se nos olvida que fuimos comprados a precio de sangre preciosa, y librados del castigo eterno. Se nos olvida que Dios ha permanecido fiel y cumple su pacto eterno que hizo con nosotros mientras seguimos siendo infieles redimidos. Se nos olvida que somos ricos y vivimos como pobres. Oremos al Señor pidiendo perdón por las veces que a diario tomamos en poco la salvación tan grande que en su gracia hemos recibido. Que podamos llegar a Él en actitud de humildad reconociendo que somos suyos y Él es nuestro Señor. Que podamos ser sus testigos y llevar el evangelio que hemos recibido.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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