— "¡No es justo que a mí me dieron una galleta y a ella le dieron dos!” -- — "¡No es justo que le hayan dado ese puesto en el trabajo cuando yo he trabajado más!”-- — "¡No es justo que lo hayan atendido primero en la sala de emergencia cuando yo llevo aquí más tiempo!” -- — "¡No es justo que ese que no sirve a Dios y lleva una vida desordenada tenga un carro nuevo y mejores cosas que yo!” -- — "¡No es justo que los que me hicieron daño anden por ahí como si nada mientras que yo tuve que sufrir!” -- ¿Te has visto en estas situaciones? ¿Has pronunciado algunas de estas exclamaciones? No estás solo y podríamos enumerar muchísimas más. En este lado del mundo podríamos decir que gozamos de ciertas libertades y se habla mucho sobre la justicia y la equidad. Nos han adoctrinado tan bien que vivimos comparando lo que tenemos con lo que tienen y gozan los demás para evaluar si es justo o no. Realmente perdemos nuestro tiempo en enfocarnos en evaluar situaciones que jamás van a ser perfectas. Recuerda que vivimos en un mundo caído, corrompido por el pecado. Aquí nada es perfecto. Tiempo atrás, en el jardín del Edén las cosas eran perfectas. La tan llamada “justicia” que se ejerce en este mundo no es lo que parece ser. Nunca esperes que personas pecadoras ejerzan una justicia perfecta. — "¿Y Dios? ¿Porqué no ejerce justicia en este mundo si somos sus hijos?” -- Dios ejerció la mejor justicia. Una justicia que va contra todo lo que creemos. Dios envió a su único hijo, por amor, a morir por nosotros. Dios puso sobre su Hijo Santo, los pecados tuyos y los míos para que Él sufriera tu castigo y el mío. Dios nos justificó por la justicia que ejerció Jesucristo, solo por gracia. Nos regaló esa justicia. ¿Quieres que Dios te dé lo que mereces? Lo que todos merecemos es la muerte eterna por ser pecadores. Si hoy puedes decir que eres un Hijo de Dios es porque recuerdas a diario que no tenías ningún mérito para salvarte. No podías hacer nada para lograrlo. La justicia de Dios nos libró del castigo eterno. Como hijos de Dios somos llamados a ejercer la justicia de Dios guiados por su Espíritu Santo. O sea, que muestro el amor de Dios que fluye a través de mí sobre mi prójimo que no lo merece, al igual que yo. Ejerzo la justicia de Dios perdonando a mi prójimo de la misma manera que yo fui perdonado sin merecerlo. Ejerzo la justicia de Dios enfocándome en proclamar su evangelio a los demás en lugar de estar viendo que tienen que no tenga yo. Lo que es inalcanzable en esta vida, que el dinero no puede comprar, ya Dios nos lo regaló. No sé tú, pero yo prefiero lo justicia de Dios. La “justicia” de este mundo es imperfecta y pasajera. Oremos al Señor pidiendo perdón por las veces que hemos pensado en esta mente limitada, que Él haya sido injusto. Demos gracias a diario por que por su justicia hemos recibido salvación y una vida abundante en Jesucristo. Que podamos ejercer su justicia con los que nos rodean para gloria de Él.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |