Hemos llegado a la era donde todo debe ser fácil. Creemos que las cosas están en tiempo récord y al alcance de nuestras manos. Criticamos a los millennials con su fama de que no quieren esforzarse, pero peleamos si en el restaurante de comida rápida tardamos 10 minutos. Queremos los resultados de pruebas médicas en 1 hora. Ya no queremos esperar varios días por un capítulo de una serie cuando podemos verlos todos al momento. ¿Para qué barrer si tenemos un robot que lo soltamos en el suelo y va a hacerlo solo? Podría seguir enumerando cosas y la lista sería muy larga. Y no está nada mal que tengamos una ayudita. El problema está en que de esa misma manera queremos que funcionen todas las áreas de nuestra vida, incluyendo la espiritual. Nos hemos acostumbrado a realizar el mínimo esfuerzo posible donde podamos obtener resultados muy rápidos. No hay tiempo para profundizar en las escrituras, para eso leo una lectura devocional, el versículo que me lleva en la alerta del día, o mientras hago alguna tarea escucho predicaciones de YouTube. No es tan necesario leerme toda la Biblia cuando tengo libros y comentarios bíblicos que lo hacen por mi. Y las ayudas no son malas, pero deben ser un complemento y no el plato principal. Los que queremos buscar un poco más del Señor nos conformamos con un tiempito de oración y lectura de la Palabra y si con eso ya sentimos que Dios nos habla no procuramos tener una pasión mayor, una dirección absoluta del Espíritu Santo y el dedicar nuestra vida al Señor por completo. Las muchas tiendas, en los vistosos centros comerciales, los canales de streaming por internet y las tantas ideas de lograr el éxito que mereces nos entretienen y nos desvían bastante de lo que sería tener una urgencia que no nos deje dormir, que no nos deje ver television tranquilos, que no me deje olvidarme del prójimo, sea Cristiano o necesite escuchar que hay un plan de salvación para su alma. La vida, aún de los cristianos se basa en el glamour, la comodidad, el bienestar, y la conveniencia en vez de vernos como esclavizados comprados por sangre, llamados por el Dios Todopoderoso para que anunciemos las virtudes del que nos llamó. La parte de ir por el mundo y hacer discípulos se la encargamos a otro. Las vidas cristianas cómodas, que no incomodan al enemigo de las almas, no producen el fruto esperado. Debe ser un fruto continuo, muestra de que el Espíritu Santo habita en nosotros, que no anda contristado, y que muestre a otros un Dios real que sigue obrando en nuestros tiempos. No hay espacio para ser conformes. Nada de lo que hagamos debe hacernos sentir que estamos bien y que ya hacemos lo suficiente. Nuestro yo no debe estar tan acomodado entre los lujos y el control falso de tiempo. Es hora de hablar y mostrar lo que hemos creído, lo que hemos recibido. Oremos al Señor pidiendo perdón por estar conformes con lo que hacemos y presentemos nuestras vidas esperando que su Espíritu Santo nos inquiete hasta tener una gran pasión por las almas.
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AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
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