Pensaba en cómo van cambiando y evolucionando los tiempos y las comunicaciones cambian a su vez. No sólo cambia en nuestro entorno, en cuanto a tecnología se refiere, cambia en nuestras relaciones. Recuerdo cuando mi esposo y yo estábamos conociéndonos. A veces, mensajes de texto (fueron muchos de esos), en otras ocasiones, llamadas telefónicas, y ya luego fuimos saliendo y compartiendo más. Al principio discutíamos temas sobre nuestros gustos, conocer nuestras historias de vida, y cosas por el estilo. Hoy día, al llevar años casados, y sobretodo en este tiempo de cuarentena por la pandemia del Covid-19, mi teléfono celular casi no tiene llamadas registradas a su número, porque estamos todo el tiempo juntos y no hay necesidad de llamarnos. Ya tenemos una historia juntos y podemos hacer referencia a ella en nuestras conversaciones. Frecuentemente, con solo mirar las expresiones en mi cara, ya él sabe lo que estoy pensando. Así es nuestra relación con Dios. En un principio, se nos hace difícil escuchar la voz de Dios. Estamos en esa etapa de conocernos y a través de las Escrituras, la oración y los estudios bíblicos y predicaciones, vamos conociendo quién es Dios, cuál es su forma de obrar, sus atributos, su naturaleza. Tenemos esos pequeños encuentros con Él mientras oramos con una fe apasionada, curiosa ante esta nueva vida y anhelando más, como aquellos mensajes de texto. Pero nuestra vida espiritual, debe ir evolucionando a medida que vamos cultivando esa relación con Dios. Ya podemos ver a Dios y podemos percibir su dirección cuando leemos solos la Biblia, y vemos promesas de las cuales nos podemos agarrar en tiempos difíciles, vemos consejos que nos dan dirección y pedimos ayuda al Espíritu Santo cuando vamos aprendiendo sus mandamientos para nuestra vida de obediencia para tener bendición. Ya parece más como las llamadas telefónicas. Pero el tiempo pasa, y ya vamos teniendo una historia, desde el momento en que le entregamos nuestra vida al Señor y todo lo que hemos vivido hasta llegar a donde estamos hoy. Podemos ver que hasta aquí nos ha traído Dios. Hasta aquí nos ha acompañado su gracia y su fidelidad. Podemos escuchar la voz de Dios en las cosas pequeñas que hacemos a diario, o en cada situación que nos surge en el día. Podemos escuchar su voz en una alabanza, o en cómo un susurro apacible a nuestro oído. Quizás al principio dependíamos mucho de que otros nos ayudaran a distinguir la voz de Dios. Ya hoy, nosotros podemos ayudar a otros a que disfruten de la bendición de escuchar su voz en sus vidas. Por nuestro cuerpo terrenal, donde el pecado mora pero ya no nos domina, no tenemos una relación cara a cara con Él, le fallaremos, y a veces, como en un matrimonio, no tendremos deseos de hablar, pero su amor es incondicional, y nunca nos deja. Volvemos entonces a retomar lo que nos trae el gozo y la paz que por su gracia hemos recibido. Oremos al Señor dando gracias por su presencia en nuestras vidas aun cuando no estamos conscientes de ella. Presentemos nuestras vidas anhelando escuchar su voz cada día y demos gracias por las veces que le hemos escuchado.
0 Comments
Leave a Reply. |
AutoraMe llamo Myrnaly y resido en Ponce, Puerto Rico. Soy Cristiana, esposa, madre, y profesional. Tengo un Dios que me sostiene en Su Gracia y Misericordia, y renueva mis fuerzas cada dia. Blog Anteriores
September 2019
Categories |